El Ministerio de Educación busca aliados para fomentar la lectura en las escuelas y colegios
Análisis por: Gabriela Orellana
El presente artículo de prensa refleja la preocupación que tiene el Ministerio de Educación ante los bajos índices de hábitos de lectura que tienen los estudiantes, en este caso, la entidad pretende crear el primer directorio de aliados para la lectura, es decir, juntar bibliotecas, librerías y organizaciones con el sistema educativo del país. De esta manera los estudiantes de diversas escuelas podrán adentrarse en espacios que faciliten el acceso a libros y obras literarias que sean de su interés.
Esta propuesta es muy importante para el sistema educativo porque a raíz de la pandemia hubo un retroceso y se hizo aún más visible los problemas de lectura que presentan los estudiantes; hace dos meses se presentó los resultados de la primera encuesta de hábitos lectores en nuestro país, lo que mostró que una persona en promedio lee un libro completo y dos libros incompletos al año. Esto demuestra que no existe una cultura lectora en los estudiantes, por ende, es importante y necesario que se articulen espacios en donde los niños y adolescentes tengan acceso a libros.
Otro aspecto que se analiza en este artículo es el que menciona Juan Bermeo, docente de la Universidad del Azuay, quien señala que por lo general en los procesos académicos se fomenta la lectura en los estudiantes, sin embargo, los docentes son los últimos en leer, por ende es necesario que los hábitos de lectura también se fomentan en los docentes y de esta manera ellos sean los encargados de transmitir esta cultura. Por otra parte, afirma que los libros u obras literarias deben centrarse en los intereses de los estudiantes, de esta manera se llamará la atención de los niños y adolescentes, permitiéndoles adentrarse en el mundo lector.
De acuerdo a lo anteriormente mencionado, el Ministerio de Educación brindará a las escuelas el directorio de aliados, sin embargo, este proceso puede tomar tiempo, es por ello que en estos procesos el rol del directivo es de suma importancia, pues también es el encargado de buscar estrategias que permitan el cambio de los hábitos de lectura en su comunidad educativa mediante la gestión de alianzas con organizaciones o instituciones gubernamentales, las cuales brinden la apertura de sus espacios para mejorar los procesos de lectura. Cabe destacar que desde su gestión en conjunto con los docentes y las familias se pueden plantear proyectos educativos que fortalezcan estos hábitos de lectura tanto en la escuela como en el hogar.
Estos proyectos educativos se los debe aplicar desde el primer nivel educativo, es decir, Educación Inicial en donde los niños y las niñas se adentren en el mundo de cuentos, fábulas e historias que llamen su atención, así mismo realizar un cronograma en el cual se estipulan visitas a los sitios aliados cada semana para que de esta manera se forme un hábito de lectura progresivo y de esta manera los niños disfruten de la lectura y no se vuela un proceso tedioso para ellos. Otro punto importante es que se realicen ferias de libros en donde la familia participe y se involucre de manera activa en los procesos de lectura de sus hijos.
Finalmente, esta noticia muestra la realidad del sistema educativo ecuatoriano, pues desde la entidad reguladora se generará una propuesta que mejore los hábitos de lectura en los estudiantes, lo que conlleva a desarrollar la comprensión lectora en cada uno de ellos. Todo es un proceso que toma tiempo, no obstante desde la gestión del directivo, el rol del docente, el involucramiento de las familias y los convenios con organizaciones se logrará cambios en los hábitos de lectura en todos los actores educativos.
Estimada, Gabriela, es de mucho interés lo que se plantea el gobierno ecuatoriano y coincido en tu análisis pues es urgente mermar con el déficit lector. Entiendo también que dentro de las competencias que debe alcanzar un estudiante es la lectura por placer y eso me hace preguntarme si los líderes educativos están tomando en cuenta lo que nos gusta leer a los docentes y a los estudiantes y para qué leemos. Mientras se sigan aplicando programas de lectura sin enseñarnos para qué sirve leer y decidan lo que debemos leer, los índices de impacto seguirán siendo bajos.
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